Los niños estaban entusiasmados por recibir al paje y poder hablar con él de los regalos deseados.
La visita fue un éxito a pesar de que los niños estaban un poco asustados y muy nerviosos.
Éramos hijos y ahora somos padres. Han pasado tantos años, pero tan poco tiempo, que a veces nos sorprendemos con los papeles cambiados. De pronto vemos nuestra propia infancia y a nuestros propios padres con una luz nueva. Miramos a nuestros hijos y nos preguntamos qué día, qué frase, qué aventura quedarán grabadas en su memoria para siempre; qué dolores quedarán clavados en su alma y qué alegrías guardará como un tesoro. Los días más felices de su hijo están por venir. CARLOS GONZÁLEZ