REFLEXIONES Y RECURSOS PARA LA ADAPTACIÓN EN EL AULA DE INFANTIL
Pronto empezamos otro curso. Y este hecho es especialmente importante para los más pequeños que van a la escuela por primera vez. Representa un cambio importante en la vida de los niños y es por esta razón que tenemos que estar preparados, concienciados y sensibilizados con lo que nos deparará estos primeros días.
En las escuelas ya tienen previsto este hecho y cada una organiza esta adaptación según sus criterios psicopedagógicos, sus necesidades y sus recursos.
En este caso me centraré, con algunas reflexiones propias, en aquellos consejos que favorecerán la gestión del periodo de adaptación, aquello que los autores denominan el “top ten” de la adaptación.
Buen humor. ¡Cuánto es de importante afrontar las situaciones con alegría y buen humor! No tenemos que hacer demasiado drama de lo que pase, porque todo pasa... Las maestras seremos el referente de estos niños y niñas durante mucho tiempo. Si nuestra actitud es de calma, les transmitiremos calma, si es de optimismo, les transmitiremos alegría.
Tiempo. Cada niño y niña tiene un ritmo diferente para aprender, para afrontar retos, para adaptarse a situaciones nuevas. Tenemos que darles tiempo, sin prisas, para que se acostumbren a esta nueva realidad.
Recursos humanos. La mayoría de escuelas ya lo prevén, es necesario que haya adultos suficientes para atender los niños. Siempre quedará claro que la figura de referencia es la tutora, a pesar de que en el aula también habrá la Técnica de Educación Infantil y algún especialista, sobre todo las dos primeras semanas. Y puedo dar fe que hace falta, que hay momentos a la entrada que lloran, arañan, se cogen a los muebles, se intentan escapar...y no nos llegan las manos. Una locura que en un momento, en un santiamén, se transforma en calma, canciones y juegos.
Padres y madres. Indispensables. Es clave su colaboración en el proceso. Es importante haber tenido una reunión previa donde se puedan dar pautas a los padres, aclarar dudas, ayudar a prepararse y a preparar a sus hijos.
Confianza. Tenemos que saber transmitir a las familias que sus hijos quedan a cargo de alguien que los protegerá. La confianza que trasmitimos a los padres revertirá en la confianza de los propios niños hacia nosotros y, por extensión, hacia la escuela.
Llantos y otros. En su punto de Recursos Humanos hemos hablado un poco. Estarán presentes sí o sí. Algunos niños se dejarán sentir más que otros, cada cual mostrará sus sentimientos de diferente manera y con intensidades diversas. Tenemos que estar al tanto también de aquellos que les cuesta expresarse o se cierran en sí mismos. Estos llantos y otros forman parte del proceso y tarde o temprano se adaptarán a la nueva situación.
Consuelo. Es algo más de lo mismo, tenemos que proporcionar a los niños lo que necesiten, que tengan una mano dispuesta a ayudarlos, escucharlos, dar respuesta a las angustias, inseguridades, vergüenzas o desconfianzas que puedan tener. También tenemos que tener en cuenta, como decía antes, a aquellos que no lloran. Hace falta que seamos sinceras cuando los consolamos. Es importante que el consuelo sea concreto y puntual. La alternativa más eficaz para superar los llantos es el juego.
Juego. La manera más efectiva y afectiva de interaccionar con los pequeños es el juego. Lo tenemos que hacer implicándonos, interesándonos por ellos, que sean juegos participativos, averiguar qué juegos les gustan más. También las canciones y los juegos de regazo dan muy buen resultado y gustan a los más pequeños.
Otro golpe de llantos y otros. Pues sí, esto no se había acabado amigos. Después de momentos de relativa calma pasa que se acuerdan y vuelven a llorar. También hay una reacción de empatía donde algunos niños que están tranquilos cuando ven llorar a otros, se los encomienda la pena. Me sucedió algunos cursos pasado: después de un mes, cuando ya la calma, los hábitos y las rutinas, también la confianza, están presentes en el aula, una niña o niño de natural alegre que parecía haberse adaptado sin grandes dificultades, empezó a ponerse triste, quería saber porque no podía quedarse en casa con su mama, su papa y sus juguetes. Si nos preguntan les tenemos que explicar las cosas con sinceridad, de forma que las entiendan y las acepten, buscar todas las cosas buenas y que les gustan de la escuela y decirles que, quedándose en casa, no las tendrían. Hay otro momento crítico: cuando vienen los padres a buscarlos. A pesar de que pueden haber pasado un día tranquilos, vuelven a llorar con fuerza. Están mostrando a los padres su desacuerdo. Tenemos que mantener la calma y explicarles que es una respuesta habitual.
Coherencia. Que todo aquello que hacemos y digamos esté en armonía. Si pensamos que la adaptación se tiene que hacer de cierta manera tenemos que hacer todo lo posible, todo lo que esté en nuestra mano, para hacerla realidad.
¡Feliz adaptación!